FARMACÉUTICAS: PRIVILEGIOS MUNDIALES EN LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO (OMC) Y LOS TRATADOS DE LIBRE COMERCIO (TLC´S)
Abstract
Todo comienza por una experiencia muy cercana, familiar, y una desafortunada reacción que tuvo mi compañera a un medicamento recetado para fortalecer los huesos ante la presencia del inicio de osteoporosis, según el diagnóstico de la prueba de densidad ósea que gratuitamente le hicieran en su trabajo. Dicha enfermedad aseguran los especialistas y particularmente los laboratorios farmacéuticos tiene una alta tasa de incidencia en las personas mayores de cuarenta años. Ante ello y para comprender el porqué una persona sana, bien alimentada, deportista activa a sus casi sesenta años podría ser víctima de una enfermedad, que entonces conocí, estaba siendo ampliamente publicitada para invitar a todas las mujeres en la edad prescrita para hacerse la prueba, y, consecuentemente enviar a su médico para seguir tratamiento.
De pura casualidad en una visita a la librería para conocer las novedades existentes sobre temas de mi interés, tropecé con la obra de Jorg Blech, “Los inventores de enfermedades. Cómo nos convierten en pacientes”. Empecé a hojearlo y de inmediato leo en el prólogo la frase “las empresas farmacéuticas y los grupos de interés médicos inventan las dolencias: la enfermedad se ha convertido en un producto industrial”. Me pregunto inmediatamente si ésta enfermedad nueva que aqueja a mi compañera podría ser considerada una de esas dolencias inventadas. Compro la obra y me apresto a leerla con mucha atención, no tardo mucho en encontrar en la página 27 con el subtitulo “la venta de los riesgos como enfermedad” el caso de la osteoporosis del que se dice “las empresas farmacéuticas patrocinaron encuentros en los que la atrofia ósea de la vejez fue declarada enfermedad”. Allí me remite al capítulo 3 página 87 y siguientes dónde se brinda una mayor explicación, del significado de la palabra, huesos frágiles, y de cómo se reinventa la susodicha enfermedad señalando que la presencia de la misma entre las mujeres se debía a un carencia hormonal tratable mediante estrógenos. De allí en adelante y mediante la estrategia del marketing del miedo por parte de las farmacéuticas se logra el reconocimiento de la osteoporosis como una enfermedad para la cual, naturalmente, ya existe un tratamiento. Siendo que como dice Blech, “todas las personas mayores tendrán siempre una densidad ósea reducida, precisamente porque la atrofia ósea es consecuencia de la vejez, igual que la piel arrugada, por ejemplo”.
En el desarrollo del trabajo que presento centré el análisis del sector farmacéutico, no tanto en los aspectos clínicos y médicos puesto que no soy especialista, sino en los aspectos económicos y aquéllos relacionados particularmente con el papel que juegan dichas corporaciones mundiales en el control de los mercados de medicamentos, sus prácticas y políticas, el ejercicio de su poder financiero para sojuzgar la voluntad de los gobiernos que acogiéndose a principios humanitarios declaran abiertamente que la salud es un derecho humano y por ende el acceso a la salud y los medicamentos es un deber para con sus pueblos, no un “negocio”.
Capitulando, la búsqueda de explicaciones me llevó a encontrar los efectos negativos del medicamento recetado a mi compañera y encuentro en una obra de Bryan Hubard, lo siguiente: “puede causar trombosis, embolia pulmonar, calambres en las piernas (fue el efecto en ella), y sofocos” De inmediato y sin consulta le dije, ¡suspende ese tratamiento antes de que te mate!