MARKETING ESPÍA: LA INVESTIGACIÓN DE MERCADOS BAJO SOSPECHA

Resumen

El espionaje ha sido una actividad presente en casi toda la historia de la humanidad. No es necesario hacer un recuento de las hazañas de sus practicantes para justificar tales actos en la mayoría de las sociedades del pasado y del presente. Lo cierto es que era un asunto con presencia en el juego entre quienes detentaban el poder. Sin embargo, ese juego ha cambiado, ahora es la sociedad en su conjunto, los ciudadanos todos, los sujetos de una vigilancia continua no entre poderes enfrentados, sino de vigilantes electrónicos al servicio de un poder privado que pretende conocer por estos medios los comportamientos y estilos de vida para beneficio propio. Las grandes corporaciones que dominan el escenario económico están imponiendo en todo el mundo el uso de tecnologías avanzadas de rastreo a fin de hacerse de tales conocimientos sin que los ciudadanos como compradores o consumidores estén al tanto de ello. Es preciso conocer esta realidad para enfrentarla. La sociedad Orwelliana se está haciendo realidad. Las condiciones de vigilancia impuestas por un poder absoluto a todos los ciudadanos, en sus quehaceres cotidianos, en el trabajo, en la calle y en sus horas de descanso y esparcimiento, es ahora posible. Los más recientes desarrollos tecnológicos, cámaras digitales y micrófonos, comunicación satelital, internet, sensores y chips se están convirtiendo en conjunto en el sistema de seguimiento que desde la cuna a la tumba invaden la vida íntima de todos. El “Gran Hermano” está presente y poco hacen los individuos, como ciudadanos o consumidores, para evitarlo. Y lo peor de todo es la indolente actitud ante la presencia de tales artilugios. La sociedad está renunciando a los espacios privados y acepta la invasión silenciosa de una presencia no solicitada de vigilantes, bajo supuestos que no siempre son claros, y cuyos fines aseguran es proporcionar una mayor seguridad. Sin embargo, la terca y necia realidad, desenmascara diariamente lo poco eficaces de los sistemas ante la arremetida constante de lacerantes condiciones de vida de mayorías que necesitan sobrevivir y poco les arredra ser observados por esos ojos y oídos silentes, insensibles y carentes de mejores soluciones para sociedades desgarradas por la desigualdad. Vigilantes y vigilados finalmente circulan en planos totalmente diferenciados. Los primeros, respondiendo ante demandas y exigencias de clases todopoderosas que aceptan sin chistar callar ante amenazas, casi siempre imaginarias. Los otros, simplemente ignorando y desinteresándose de cuestiones que están más allá de sus posibilidades existenciales y que poco contribuyen en las soluciones de sus cotidianas necesidades. Las personas atrapadas como están en el mundo de la alta tecnología y sus aplicaciones empresariales han sido incapaces hasta ahora de percibir las amenazas que se ciernen sobre las garantías mínimas para una sana convivencia social. El mundo empresarial, capaz de controlar y poner a su servicio las capacidades mediáticas nos prodiga un discurso atenuante, distractor e incapacitante que adormece la sensibilidad y capacidad de reacción. Como sociedad ésta se encuentra indefensa. Las tecnologías capaces de estructurar un sistema total de vigilancia ya se han puesto en práctica por grandes corporativos comerciales, principalmente, que esperan no sólo obtener ventajas competitivas por la eficiencia en sus operaciones sino un conocimiento absoluto sobre los comportamientos de los consumidores que orienten los futuros desarrollos de sus mercancías, sin importar para lograrlo, acabar con el derecho individual a la privacidad.